¿Quién dijo que detrás de una buena película siempre hay un mejor guión? Stephen Chow abandona el ritmo habitual de producción made in Hong Kong (7 proyectos de golpe) para demostrar todo lo contrario a cualquier purista o incrédulo que se precie. El reto, conquistar Hollywood, o por lo menos, la expansión de unas fronteras que los distribuidores se obcecan en abrir.
Hacía mucho que no me divertía tanto en el cine, y aseguro que no fui el único (lo ideal para ver Kung Fu Sion es ir acompañado de un buen puñado de amigos). Si en Shaolin Soccer, nos tronchamos de risa con los Oliver y Benji de carne y hueso, en esta ocasión, Chow coproduce, dirige y protagoniza su cabriola más surrealista, tanto delante como detrás de la cámara.
Olvídense de los gags obvios, estúpidos y gruesos. ¿Que la acción flojea y el pintoresco doblaje autonómico (andaluz, catalán, gallego y madrileño) desvirtúan la recepción?, no le den demasiada importancia. La grandeza de Kung Fu Sion reside en su esencia: una declaración de amor al cine de género a través de la sublimación de la tecnología y la sabiduría popular. Junten a los cartoons de la Warner, las comedias de Terence Hill y Bud Spencer, y una parodia épica de las artes marciales, y tendrán cine puro desde el primer minuto hasta el último a cargo de un Tarantino de ojos rasgados.
Maestros con bata, rulos y chancletas; tríadas, gángsteres y asesinos en la Shangai prerrevolucionaria de los años 40; coreografías de Yuen Wo Ping (Matrix), inimaginables en occidente a no ser con una buena dosis de peyote; tortazos, collejas, sopapos, hematomas, chichones, brazos en cabestrillo, sangre cuando tiene que haberla; humor amarillo, osadía, brío visual y falta de vergüenza; hachas, instrumentos musicales asesinos, delirios místicos y muchos guiños y homenajes al imaginario colectivo (El resplandor, El padrino, Gangs of New York, Astérix y Obélix, Bruce Lee, Jackie Chan, Tarantino…). En definitiva, mafiosos de ferretería y budistas de rellano llevados en volandas por una plasticidad de irrepetibles emociones en un delirio que recuerda a los tiempos del cine de barrio (
La Maga, en
filmaffinity.com).
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Kung Fu Sion